Don Bosco, el santo de la bondad

Don Bosco tenía una convicción muy profunda sobre la juventud: “Esta parte es la más delicada y las más preciosa de la sociedad humana, sobre la cual se fundan las esperanzas de un futuro feliz”.

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Jugadores de Alianza FC se lamentan durante la fecha 03 del Clausura 2020 en el Estadio Gregorio Martínez de Chalatenango. Foto EDH / Yessica Hompanera

Por Óscar Rodríguez Blanco

2020-01-25 9:55:24

Don Bosco, fundador de la Congregación Salesiana, es el Patrono de la Juventud. Su fiesta se celebra el 31 de enero. En sus primeros años de sacerdocio contó a sus jóvenes: “No tenía yo aún dos años cuando mi amado padre, al regresar de su trabajo muy sudado, entró en la bodega subterránea de la casa. Sufrió una pulmonía. Todos los cuidados fueron inútiles. Murió a los 34 años de edad”. Sus padres eran humildes campesinos que se ganaban honradamente el pan de cada día. La digna pobreza que le tocó vivir con sus hermanos no le impidió dedicarse al estudio para llegar a ser sacerdote y entregarse a la educación de la juventud.
Un día Don Bosco fue a visitar a un grupo de jóvenes que se reunían en una escalinata cerca de un mercado de Turín. No les ofreció una clase de catecismo ni un pan para comer; les ofreció simplemente su amistad y con ese gesto conquistó sus corazones. Con una limpia mirada les quiso decir que ellos eran para él lo mas importante de su vida. Conquistando su amistad fue construyendo un proceso educativo que basó en la razón, la religión y la amabilidad para que llegaran a ser buenos cristianos y honestos ciudadanos. Tenía un objetivo muy claro y sencillo: “Quiero que los jóvenes sean felices en el tiempo y la eternidad”.
Los jóvenes venían del campo. Muchos de ellos eran huérfanos o hijos de familias mendicantes, otros se habían escapado de sus hogares. Estaban expuestos a los vicios e injusticias de sus patronos que les pagaban salarios miserables, teniendo éstos que trasladar materiales pesados, subiendo y bajando escaleras. Viendo esas injusticias, él no les abandona. Responde a esta situación con una propuesta humanitaria de caridad preventiva. Consigue hacerles contratos laborales oficializados por notarios públicos. Con inmensos sacrificios construye talleres y los forma como artesanos con las condiciones exigidas en el desarrollo manufacturero.
Los jóvenes se dan cuenta de que su amigo sacerdote es un hombre bondadoso que se inspira en el amor cristiano. Su bondad transforma y busca llegar al corazón de los jóvenes. No se contenta con enseñanzas teóricas y se hace él mismo ejemplo y modelo de educador. Con toda autoridad pudo decir: “Conquistando el corazón del discípulo, el educador puede hacer o exigir de él todo lo que vea más conveniente en su camino de formación personal, con la seguridad de que éste aprovechará todo lo que proponga su maestro y que siempre guardará con respeto y recordará complacido sus enseñanzas”.
El Evangelio de Cristo había invadido el corazón del santo educador y por eso sus criterios y actitudes trasparentaban amor cristiano. Tenía una convicción muy profunda sobre la juventud: “Esta parte es la más delicada y las más preciosa de la sociedad humana, sobre la cual se fundan las esperanzas de un futuro feliz”.
El educador tiene en este santo un ejemplo a seguir. No podemos educador con imposiciones irracionales ni con el palo en la mano. ¡La educación es cuestión del corazón! Hay que dejarse guiar por la bondad de un buen corazón lleno de caridad pastoral.
Miles de alumnos han ingresado este mes a las aulas salesianas. Les deseamos un feliz año lectivo. Les invito a dejarse formar con los valores humanos y cristianos que les ofrece el Sistema Preventivo hecho vida por este gran educador de la juventud.

 

Sacerdote salesiano