Los entierros sin familia por el COVID-19

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El encierro y la soledad pueden causar estrés y ansiedad en los mayores.

Por Ricardo Sosa

2020-04-13 10:35:12

La pérdida de un familiar es una de las experiencias y procesos que más impacto y dolor psicológico producen en una persona. En nuestro país no nos preocupamos por tener un control con psicólogos o psiquiatras en nuestra vida como parte de procesos de prevención o tratamiento, usualmente son por referencia médica o por alguna crisis. Y aún así lo consideramos innecesario y que no estamos “locos”.
Ante esta pérdida de familiares la psiquiatra Kübler Ross desarrolló y publicó en 1969 su teoría de las denominadas “Cinco etapas del duelo” por su experiencia con situaciones clínicas y de familiares en situaciones cercanas a la muerte. Es así como definió cinco estados mentales que nos permiten entender y comprender cómo se va produciendo la evolución de un doliente desde que se le informa o sabe que su familiar ha muerto, hasta que lo acepta. Estas etapas son: negación, irá, negociación, depresión, aceptación. No todos pasan por todas las etapas y el orden secuencial.
En El Salvador ya se registraron seis muertes por COVID-19 y el Ministerio de Salud ha desarrollado una guía y protocolo de actuación para los entierros, los mismos se han desarrollado en soledad, lejos de familias y amigos, sin poder desarrollar de acuerdo con sus creencias religiosas o cultural las respectivas ceremonias. En esta oportunidad quiero hacer una reflexión con sentido humanitario, de derechos humanos con enfoque victimilógico y la importancia que tienen en los cuidados psicológicos y de salud mental para la familia de poder desarrollar una ceremonia adaptada a la realidad del COVID-19. Dar el último adiós significa mucho y en ocasiones casi todo, se debe considerar que estuvieron aislados por semanas o días de su familia, se ha convertido en un agravante del dolor de las familias salvadoreñas, quita la vida y no se les está permitiendo el cierre emocional, por lo que recomiendo lo siguiente:
-Desarrollar un protocolo y procedimientos para la familia y que se le brinde indicaciones para cómo apoyarles y permitirles participar en la ceremonia.
-Se les debe permitir llevar la ropa que la familia desea y que se ubique sobre el ataúd, en ocasiones esta era una última voluntad expresada por el familiar, así como el lugar que ahora será muy complicado cumplir esa parte.
-Que se instalen en los lugares designados por el Ministerio de Salud un área con cámaras de video vigilancia donde se cuente con el apoyo de las iglesias cristianas que quieran apoyar con sacerdotes y pastores que dirigirán una oración y esa mini-ceremonia sea transmitida por un enlace por medio de internet a los familiares, donde podrán observar el ataúd, con la ropa, además se les puede permitir a los familiares enviar un arreglo floral. Si no se permite la transmisión, al menos que se les envíe una fotografía del ataúd con la ropa.
-Se requiere sensibilizar a todos los operadores a pesar de la emergencia para que traten con dignidad y respeto los cuerpos, ataúdes y controlen sus movimientos.
-Se debe permitir cuando sea el momento que las familias lleguen a esos lugares designados para los entierros y sean parques memoriales.
No permitamos que el COVID-19 agrave el dolor de las familias salvadoreñas, el duelo es un proceso de adaptación al dolor, pero puede complicarse ante la ausencia de esta ceremonia, podemos hacer que la gente se vincule con su ser amado, hagámoslo posible por nuestras familias y las víctimas.

Experto en Seguridad y Criminología.