Josefina Trigueros de Vega evita recordar la mañana del 19 de septiembre de 1982, si lo hace sus pequeños ojos pardos se llenan de lágrimas y sus palabras se entrecortan.
Ese día Luis Humberto Vega, hijo de Josefina, fue arrastrado por el aluvión que destruyó gran parte de la colonia Montebello poniente, en Mejicanos.
Luis, de 23 años en aquel momento, estaba casado, tenía un hijo y esperaba su segundo bebé.
“No me gusta recordar ese día, perdí a mi hijo, aún duele”, lamenta Josefina desde la puerta de su casa.
Tras una pausa y entre profundos suspiros, Josefina continua: “era domingo, entre las 6:00 y la 6:30 se escuchó un fuerte estruendo, como una explosión, mi esposo estaba en la segunda planta y vio cuando el lodo venía, él nos aviso, al inicio no entendíamos qué pasaba”.
El 19 de septiembre de 1982 un alud de lodo se deslizó desde el Picacho sobre la quebrada el Níspero, causando unos 300 muertos y más de 159 viviendas destruídas en Montebello, San Mauricito, El Triunfo, Lotificación San José y San Ramón.
Hasta ese momento todos los miembros de la familia estaban ilesos, pero Luis Humberto intentó ayudar a una familia vecina que se encontraba atrapada al interior de otra casa y en su afán por ayudar no logró evadir la segunda correntada de lodo, la cual lo arrastró sobre la quebrada El Níspero.
“Él vivía con su esposa en uno de los cuartos que dan con la casa de la par, escuchó cómo las muchachas (vecinas) pedían auxilio y les intentó ayudar”, relata Josefina, a quien sus ojos se vuelven a humedecer.
La familia Vega nunca encontró el cadáver de su hijo; peor aún “no lo pudimos sepultar, en algún momento lo buscamos en otros lugares donde la gente decía que lo habían visto”, dijo Josefina.
El bebé que esperaba Luis Humberto nació dos meses después de la tragedia.