Estados Unidos tiene un presidente futbolero. Al ser latinos, que un presidente se decante por este deporte no parece nada noticioso. Sin embargo, en el país del norte sí que es algo muy extraño.
Y es que, por delante del fútbol hay múltiples deportes que son favoritos, tales como el Fútbol Americano (NFL), el béisbol (MLB) o el baloncesto.
Pero Joe Biden es la excepción en la Casa Blanca, a donde ayer llegó por primera vez para tomar posesión como el nuevo presidente de ese país.
Aunque el mandatario jugó béisbol y fútbol americano, fue por sus hijos, Beau (ya fallecido) y Hunter que comenzó a seguir el deporte rey, en la década de los 70s, cuando tuvo un auge de popularidad antes de volver al ostracismo.
Beau fue uno de los inversores para la creación del estadio y del equipo de Philadelphia Union, y Biden estuvo incluso invitado a dar el puntapié inicial, según recordó Sport Illustrated en una nota al exdirectivo del equipo, NIck Sakiewicz.
Pero, además, Biden, quien en realidad nunca jugó al fútbol, se volvió muy fanático a este deporte por Beau, ya que iba a todos sus partidos de chico. Y los nietos también le salieron futboleros, así que, eso derivó en todavía un mayor acercamiento, a tal grado que fue a los Mundiales de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, a este último, tras un pedido expreso de la tercera generación.
Por otra parte, su hija Masy fue portera en la secundaria, y también estuvo presente en la final de la Copa Mundial Femenina 2015. Además, ahí fue que estableció una relación muy cercana con Megan Rapinoe, una futbolista muy reconocida en el mundo.
Incluso, durante una plática por Instagram Live, el año pasado, en una entrevista con Joe y Jill Biden, le ofrecieron la vicepresidencia a Megan, pero en tono de broma.
Pero lo que sí fue en serio fue la promesa de buscar al igualdad salarial: “Deberías recibir el mismo salario que tus colegas que los hombres. No es una broma. Hemos estado reclamando sobre eso durante mucho tiempo”, le dijo Biden.