Siempre se tiende a subestimar los sistemas defensivos y a los defensores. Los elogios van para los equipos de fútbol vistoso, los que dominan a base de goleadas, así como las cifras más altas de los fichajes -salvo el Manchester City, que gasta fortunas en zagueros centrales- son destinadas para los volantes creativos y delanteros. Sin embargo, esta Liga está demostrando que tener una defensa fiable puede resultar clave.
El mejor ejemplo es el Atlético de Madrid, todavía líder del campeonato español aunque con menos margen de puntos. Mientras lograba dejar su portería a cero parecía inalcanzable. Parte de su bajón, si se le puede llamar así, está relacionado con la reciente fragilidad en su última línea, algo poco habitual en los equipos dirigidos por Diego Simeone.
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No es casualidad que el Atlético acumule siete partidos de Liga recibiendo goles, algo que nunca ocurrió en los equipos dirigidos por el Cholo. Y si bien muchos de esos juegos al final los terminó remontado, en otros casos -entre ellos el del Celta y los dos con el Levante- acabaron en empate o derrota. Y todo eso con un portero excepcional como Jan Oblak, candidato eterno a ganar el premio Zamora cada temporada.
Al final, en este tramo del torneo el que mejor lo entendió fue el Real Madrid. Aún sin Sergio Ramos, con Militao con Covid y apelando a la dupla Nacho-Varane, el equipo de Zidane se las ha ingeniado para mantener la portería a cero en los últimos tres juegos e ir recortando distancias.
Es cierto, mucho del mérito lo tiene el portero Courtois, que con sus atajadas salvó al Madrid en varios juegos. Al final, es cuestión de anotar un gol y luego defenderlo. Si es posible dos, para no sufrir hasta el final. Curiosamente, el Sevilla, que trepó a la tercera posición, sumó su quinto partido seguido con la valla invicta. ¿Casualidad?
En ese sentido, el Barcelona es el que peor está, y eso que este análisis no incluye los cuatro goles recibidos ante el PSG por la Champions. A pesar de que llevaba siete victorias consecutivas en Liga, el sorpresivo empate 1-1 con Cádiz sumó una nueva frustración generada por su maltrecha defensa.
Los dirigidos por Koeman son una máquina de recibir goles, y en el caso de que haya cerrado los partidos puede tener consecuencias graves. Lenglet y Umtiti son una calamidad, Piqué ha vuelto mal de su lesión y los laterales lucen más cuando atacan que cuando defienden. Para peor, el uruguayo Ronald Araujo, un gran proyecto de defensa, se lesionó en el mejor momento de su carrera.
Los catalanes suman cuatro partidos seguidos recibiendo goles y estaban jugando con fuego, sobre todo en el 2-1 contra el Athletic Club y en el 3-2 sobre el Betis, donde se salvaron por un gol de Trincao sobre la hora. Cuando el Barca no consigue cerrar los partidos, es decir anotar por lo menos dos goles, está condenado a sufrir hasta el último minuto.
Y más con las nuevas reglas donde un equipo que no lo atacó en todo el partido puede sacar provecho de una pelota suelta en el área -infracción de Lenglet a Sobrino, en este caso- fuera de todo contexto. Solo aquel equipo capaz de anotar tres o cuatro goles por partido podría sobrevivir a una defensa endeble sin demasiadas consecuencias, y eso no existe en la actual Liga.